Cómo aceptar lo que no te gusta

Cómo aceptar lo que no te gusta

Aceptar es experimentar tu momento presente tal y como se despliega. Sin auto-engaños, sin la cháchara interna que tiende a confundirnos y a dirigir nuestra mente a donde le es más cómodo y conocido.

Aceptar es otra de las actitudes básicas para la práctica del mindfulness.

La mente clasifica: bueno, malo, indiferente

No es noticia que todos y cada uno vivimos en un continua categorización de nuestras experiencias. Es un hábito de nuestra actividad racional que tiende a ordenar.

Todo lo clasificamos dentro de los parámetros de bueno, malo o indiferente.

Aprender a ver esas etiquetas con las que clasificamos nuestra experiencia y tratar de no querer cambiar lo que nos está sucediendo es aceptación.

Para ello, primero tienes que poder entender cómo funciona tu mente, cómo categoriza, cómo emite juicios (y tú te los crees) y cómo ordena según ciertos criterios. La práctica de mindfulness te ayuda con esto.

Desaprender a no aceptar

Al profundizar en tu práctica, comienzas a darte cuenta cuán fuerte es la tendencia -que todos tenemos- de rechazar y querer eliminar lo que no nos gusta y quedarnos aferrados a lo que es bueno y agradable para nosotros.

Es natural e incluso podrías replicar que esto es normal, que cómo se me ocurre que voy aceptar lo que no me gusta, duele o lastima. Y es que aceptar lo que nos gusta es fácil…

Lo primero que tenemos que hacer es percibir, darnos cuenta que hacemos esta clasificación en el momento que la hacemos.

A continuación reconoce tu momento y todo lo que trae consigo e invítate a percibir lo que ocurre con un corazón abierto, amoroso y sin ánimo de cambiarlo.

Un ejemplo esclarecedor

  • Al notar que sientes enfado por algo, comienza por reconocer esa sensación.
  • Percibe qué sensaciones físicas acompañan esa emoción. Puede que tensión, dolor de estómago, rubor, puños apretados…
  • Reconoce si te estás imponiendo la idea de que no deberías sentirte así, que podrías o deberías sentir otra cosa.
  • Recuérdate estar receptiva y abierta a tu experiencia, puedes probar de decirte: «Esto ya está aquí, lo que sea que es, me permito sentirlo».

Invertimos grandes cantidades de tiempo y energía no aceptando, negando y resistiendo lo que, muchas veces, es un hecho. Sin darnos cuenta de este mecanismo, lo que conseguimos es crear mayor tensión, rabia, frustración y otra serie de emociones difíciles.

Cuando te familiarizas con este mecanismo y consigues practicar mindfulness con tus pensamientos y emociones, puedes «ver» con más claridad el momento presente y tu vocecita interna indicándote si te apegas o rechazas lo que te está sucediendo.

Cuando practicamos la aceptación, elegimos de manera consciente vivenciar todas las experiencias que surjan y darles la bienvenida, especialmente a aquellas emociones difíciles, sensaciones físicas desagradables pensamientos poco colaborativos.

«El primer paso… es aceptarlo absolutamente todo de nosotros mismos y de nuestras vidas, a base de abrazar con desvelo y con solicitud nuestras vivencias de cada momento.»

Tara Brach, Aceptación Radical

¿Qué No es Aceptar?

Muchas veces se confunde aceptación con resignación, con tolerar situaciones dañinas o difíciles, con tener una actitud pasiva o que algo te tiene que gustar o satisfacer.

Cuando aceptas, no significa que lo que estás sintiendo o viviendo te guste o satisfaga. La aceptación es casi como el acto de perdonar. No perdonas la ofensa en sí, no la olvidas pero haces las paces contigo para poder continuar adelante. Quien más se beneficia del perdón es quien perdona.

Diferenciemos Aceptación de Resignación

Resignarse es cuando te sientes derrotado, cuando te das por vencido y sin capacidad de generar un cambio.

Al resignarnos, renunciamos a nuestro derecho a sentir. Es un estado pasivo y desconectado del centro emocional.

Aceptar es una actitud activa donde, si bien nos damos cuenta de la falta de poder que tenemos sobre ciertos temas, nos abrimos a la posibilidad de reconocer la situación tal cual es, validando así nuestras emociones y buscando posibles acciones.

La aceptación, tal como la estamos mirando, simplemente significa que, tarde o temprano, llegarás a estar dispuesto a ver las cosas como son.

Aceptación y compasión van de la mano

Cuando has conseguido «ver tus pensamientos y etiquetas», sentir el dolor, escuchar lo que te dices, sentir la rabia que te sube desde las tripas, aquí entra en juego la compasión.

La compasión nos ayuda a no multiplicar nuestro sufrimiento por descubrirnos pensando tal o cual cosa, por auto-engañarnos, por hacernos daño.

Nos permite mirarnos con suavidad, con bondad, como miramos a quienes amamos.

Es una actitud que en lo narrativo se queda corta, que se aprende con la práctica y se profundiza en ella. En muchos casos, por cuestiones culturales y/o familiares la compasión está vista como una debilidad.

¿Crees que por quererte, amarte, comprenderte, darte apoyo a ti mismo cuando te sientes frustrado o cuando te has equivocado, eres débil?

Aceptar, una habilidad que nos ayuda a reducir el estrés

En un reciente estudio realizado en la Universidad de Pittsburgh, Estados Unidos, se puso de manifiesto cómo la aceptación -como práctica acompañada de mindfulness- reduce significativamente el estrés y es un mecanismo crítico para la regulación de las emociones.

Te dejo una preciosa práctica breve para que puedas experimentar, ahora mismo, la posibilidad de aceptar lo que está presente para ti.

Busca un sitio donde tomar asiento o tumbarte, ponte los auriculares y bienvenid@ a la práctica. Serán 8 minutos y medio.

ESCUCHA EL AUDIO

Practica con un video

https://youtu.be/UK1YGhWJSLk

No Esfuerzo en mindfulness y su valor

No Esfuerzo en mindfulness y su valor

En pocas palabras

Resumen de esta entrada: El «no esfuerzo» en mindfulness, significa permitirte experimentar tu momento presente, con lo que sea que te trae, sin desear modificar nada y no plantearte una meta u objetivo para tu práctica.

Esfuerzo y recompensa

El Dr. Jon Kabat-Zinn relata en su obra maestra* que cuando los pacientes llegaban a la Clínica de Reducción de Estrés, para sorpresa de los pacientes, el mensaje era que no se esforzaran por hacer ningún progreso hacia sus objetivos.

Si el médico les había recomendado mindfulness ya fuera para bajar su tensión arterial o reducir su dolor o ansiedad, la primera instrucción recibida era que no trataran de hacerlo sino que, simplemente, permanecieran en el momento presente y siguieran las instrucciones de la práctica lo mejor que pudiera cada uno.

Esto, obviamente, dejaba a los pacientes sorprendidos ya que estamos habituados a hacer A para obtener B.

Debido a que vivimos en una cultura que nos refuerza diariamente el valor del progreso, del esfuerzo y del sacrificio, «Esfuérzate y lo conseguirás» «Ganarás el pan con el sudor de tu frente» «Si te esfuerzas y consigues X, de recompensa obtendrás Y», nos resulta muy extraño plantearnos hacer algo sin querer conseguir un objetivo.

El «no esfuerzo» parece estar en contra de lo que se nos enseña, una verdadera contradicción para conseguir el éxito y bienestar.

Si deseas obtener unas abdominales al estilo Instagram, te deberás esforzar lo suficiente incrementando día a día la cantidad de abs que haces.

Para meditar, sólo tienes que poner tu intención en Ser y aprender a estar aquí y ahora.

Esto nos lleva de vuelta a quiénes somos y a donde estamos, realmente.

En los dominios del mindfulness

Entender el no esfuerzo en mindfulness y cómo practicarlo

Esta actitud se basa más en el Ser que en el Hacer, abriéndonos al momento presente tal como se despliega, haciendo una pausa en nuestra incesante actividad interna y externa:

  • no buscar que las circunstancias sean diferentes
  • que nos sintamos distinto a como nos sentimos
  • ni desear estar en otra parte

Esto no significa de que «nos sintamos felices de que las cosas sean como son o cómo se nos presentan». Es volver a la presencia, a estar presente.

El no esfuerzo en mindfulness es tratar de estar aquí y ahora sin anticipar ningún resultado futuro, ni buscarlo.

Cuando durante la práctica, cientos de pensamientos nos llevan a diferentes sitios, en lugar de querer apartarlos o suprimirlos podemos darnos el espacio para verlos, observarlos. Y volver a lo que estábamos.

Reconócete tal y como eres, ya eres y no necesitas hacer más para ser. Ya puedes dejar atrás los esfuerzos para llegar a ningún lado con la práctica.

El esfuerzo se interpone en el camino del Ser, permítete estar y venir a la práctica tal y como eres. Aparca tus objetivos por un rato y dedícate a Ser.

Hoy es un buen momento para empezar con la práctica, escucha mis guías online o date de alta para las prácticas en grupo . Estás invitad@


*La obra a la que hago referencia es Vivir con Plenitud las crisis, Editorial Kairos, cuyo título en inglés es Full Catastrophe Living.

Confianza, mindfulness y conocernos mejor

Confiar en ti mismo y en tu sabiduría interior es uno de los pilares de la práctica. Es símbolo de responsabilidad por tu salud y bienestar. 

Cuando meditamos, nos hacemos un espacio de tiempo para observar nuestro momento presente y lo que trae consigo. 

Éste nos revela gran parte de cómo somos y qué actitudes tomamos con la vida. 

Cuando comenzamos a practicar mindfulness es importante ahondar en la confianza en ti mismo y en el proceso.

Asimismo, al confiar, podrás profundizar en el auto-conocimiento, un camino de intimidad contigo mismo donde es vital la confianza. 

A medida que confíes más en ti, se desplegarán más relaciones basadas en la confianza.

La confianza y tu cuerpo

Esta actitud es particularmente útil cuando practicamos yoga durante el entrenamiento de la consciencia. 

Confiar y abrirte a la escucha de tu cuerpo, de sus señales, limitaciones es una forma de cuidarte. 

Tener limitaciones no significa que te abandones a no superarte, significa escuchar cómo está tu cuerpo en el instante preciso en el que estás realizando la práctica.

Confía en tu cuerpo y tu cuerpo te enviará el mensaje y serás capaz de escucharlo. 

Es interesante resaltar cómo, sin saberlo, confiamos en que nuestro cuerpo funcione sin que tengamos que darle órdenes para ello. Confiamos en que la respiración sucederá, sin nuestra intervención. 

La confianza y los resultados inmediatos

Desarrollar tu confianza cuando practicas mindfulness y dar tiempo al proceso. 

Los guías, instructores o profes

Por un lado nos encontramos con diferentes instructores y maestras que enseñan diferentes formas de llevar adelante la práctica de mindfulness. 

Es importante que confíes en ellos, en las perspectivas que nos presentan y más importante es que confíes en tu propia sabiduría, entender que la persona a la que estás siguiendo o escuchando es una persona como tú que sólo ha caminado un camino que -tal vez- tú recién comienzas. 

Honra a tu persona y recuerda que el mindfulness es un camino de autoconocimiento y te ayudará a entender quién eres en verdad.

El proceso

Por otra parte, es probable que sientas que la meditación no está funcionando para ti. 

Aquí la confianza te ayudará a observar cómo esto es sólo una sensación y que es parte de un proceso, la práctica se gana con tiempo y empeño. 

Si esperas resultados inmediatos, esta no es tu práctica. 

Y por último, ser un poco escépticos o descreídos está bien pero si descrees de todo entonces no te embarcarás en nada. 

Confía un poco, si no puedes del todo, prueba y ve qué pasa por ti mismo.

Aprender a confiar en ti mismo en relación a la práctica de mindfulness

 

  • Observa las resistencias que sientes a nuevas ideas o actitudes. Es normal que cuando confiamos en algo (el proceso)  o alguien (tu capacidad de compromiso o tu instructor), los resultados serán mayores y la falta de compromiso disminuirá. 
  • Toma la decisión de practicar mindfulness cada día, sin importar que llueva, haga sol o no tengas ganas. Mantenerte fiel a tu decisión, te dará más fuerza y confianza en ti.
  • Recuerda traer compasión y paciencia a tu práctica. Esto es un círculo que se retro-alimenta.

  • Encuéntrate con otros a practicar y comparte las experiencias. Meditar con gente que tiene más experiencia, nos aporta claridad y aprendemos a confiar al darnos cuenta que lo que sentimos es, completamente, humano. A todos nos pasan, casi, las mismas cosas. 
  • Percibe los momentos en que te sientes vulnerables y tómalos con una actitud de aceptación, con curiosidad (nuevos ojos) y sin prejuicios (no juzgar). Al desarrollar la confianza en ti, te apoyas en tus recursos internos para afrontar cualquier tipo de situación.

En palabras del Dr. Elisha Goldstein:

“…Simplemente sentarse contigo mismo durante 5, 10 o 15 minutos (o más) y prestar atención a tu respiración o tu cuerpo es, para muchos de nosotros, un acto de vulnerabilidad. 

El hecho es que la mayoría de nosotros nos protegemos de estar solos durante todo el día, ya sea manteniéndonos ocupados en la actividad o manteniéndonos ocupados mentalmente.

Al hacer esto, construyes la confianza de que realmente puedes estar contigo mismo con lo que sea que esté aquí.

A través de la práctica y la repetición, el cerebro cambia y surge un nuevo pensamiento del crecimiento neuronal de que «Puedo manejar esto, todo estará bien”…»

Cuando aprendes a confiar más en ti, el camino de la vida es más liviano. 

Te ayuda a tomar decisiones más acertadas y más fácilmente. 

Mirar hacia dentro es una forma de empezar a aumentar la confianza en ti. 

Te espero en las prácticas gratuitas y talleres de fines de semana.

Ser pacientes, una habilidad  tan necesaria como poco valorada

Ser pacientes, una habilidad tan necesaria como poco valorada

Tener la habilidad de esperar, de forma calma, mientras nos enfrentamos a la adversidad, a cambios o a frustraciones es una buena definición de ser pacientes.

Al ser pacientes, estamos entendiendo que las cosas tienen un tiempo para desarrollarse y desplegarse, especialmente cuando abordamos algo que no tiene resultados instantáneos.

Date permiso para tomarte el tiempo y el espacio necesarios para las prácticas propuestas, sin esperar resultados especiales y ver qué va sucediendo con tu vivencia. 

¿Cómo ser pacientes a la hora de practicar?

Esta actitud es muy importante y nos viene muy bien ya que cuando nos detenemos a practicar, en un principio notaremos -entre otras cosas- cuántos pensamientos tenemos.

En general, tendemos a ser pacientes con las cosas que nos gustan y nos traen alegría.  Cuando estamos en momentos de plenitud y nos sentimos bien, la paciencia surge casi espontáneamente. 

Ahora bien, como ya habrás leído y experimentado, cuando practicamos surgen un sinfín de pensamientos y emociones. 

Algunos de los cuales no son tan agradables y lo habitual es querer borrarlos, no tenerlos, evitarlos, saber que no volverán.

Entender cómo afrontar esos momentos en que no nos gusta lo que estamos experimentando en la meditación es la clave. 

¿Te acuerdas que muchas veces digo durante la práctica:  “Como es en el cojín, es en la vida”?

Si estando en tu postura de meditación, notas que tu mente se va de paseo y tú te regañas por eso, te dices que lo estás haciendo mal, que esto no es para ti, que no deberías estar sintiendo esto o aquello entonces es un buen momento para darte un poco de paciencia a ti misma. 

“No no no, así no se camina… déjalo, esto de caminar no es para ti”

Es probable que no recuerdes cuando tú, de pequeñín, empezaste a caminar pero si tienes peques cercanos tal vez hayas podido ser testigo de cuando empezaron a caminar. 

¿Verdad que en ningún momento dijiste, “No no no, así no se camina… déjalo, esto de caminar no es para ti”

¿Y por qué no lo hiciste, más allá de la compasión y el amor? 

Porque aprender a caminar lleva tiempo, te levantas una y cientos de veces hasta que has aprendido bien y te sientes firme y segura en bipedestación. 

Pues así haz de hacer en la práctica meditativa. 

Cuanto menos paciente seas, más necesitas practicar mindfulness

La práctica de mindfulness es un entrenamiento que lleva tiempo, aunque algunos beneficios los notas enseguida otros tardan más en llegar, y ser pacientes es una buena base para explorar.  

Por otra parte, no olvidemos que vivimos en un mundo frenético donde priorizamos las recompensas a corto plazo. 

Cuando nos vamos a embarcar en algo que nos llevará cierto tiempo o que nos resulta desafiante, muchas personas dudan de su capacidad de ser pacientes:  “Yo no tengo paciencia para eso, nunca he sido paciente, no seré capaz”

Recuerda que eres una persona que cambia, que lo que era verdad ayer tal vez hoy no te funcione. 

Cerrarte en banda es NO darte la oportunidad de crecer y desarrollarte. 

Ser pacientes: cómo desarrollar tu paciencia

Lo mejor de todo esto es que la paciencia también se entrena como un músculo del cuerpo. Te dejo algunas ideas de la paciencia y la práctica.

Practicar mindfulness sin objetivos ni expectativas.  

Actualmente estamos viviendo un momento en que todo es en base a  cumplir objetivos, llegar a la meta. Esta actitud , en sí misma, no es mala pero ¿qué sucede cuando todo lo hacemos cumpliendo objetivos?

Aquí podemos diferenciar dos puntos interesantes.

El primero es:  ¿los objetivos de quién o quiénes estás deseando cumplir? 

Gran parte de nuestra vida está regida por la identificación que sentimos a objetivos que nos han impuesto otros (la religión, quienes fueron nuestros cuidadores, la familia, tu actual empleo, el entorno inmediato, la cultura, la sociedad donde vives, etc.)

El segundo punto está en tus expectativas. 

Cuando te sientes impaciente, puede que sea por las expectativas que te pusiste. Te sientes en continua auto-evaluación.

Estás a la espera de un resultado que te está llevando más tiempo del “planeado”.

Aprender a gestionar tus expectativas es una habilidad que te ayudará mucho en este punto, cada entrenamiento tiene fases diferentes y es distinto según las personas. 

Respira conscientemente

Observa que no he escrito que respires profundamente… 

No se trata de que inhales más oxígeno sino que lo hagas de forma consciente

Prueba y verás que es muy distinto sentir tu respiración en tu cuerpo a respirar profundamente.

Dato a considerar: ¿sabías que algunos investigadores proclaman que somos una sociedad sobre-respirada? Es decir, que respiramos en exceso. Esto te lo contaré en otra entrada. 

Rememora momentos pacientes

Trae a tu memoria momentos en los que supiste ser paciente y obtuviste resultados, seguramente habrás planificado y dedicado mucho tiempo y esfuerzo.

La mayoría de los grandes logros los hemos conseguido en base a ser pacientes, incluso cuando creemos que no somos pacientes.

Juega a preguntarte 

Como en un juego, pregúntate si ser impaciente te soluciona o cambia la situación en la que te encuentras. 

Un periodista preguntó a Thomas A. Edison (el inventor de la lámpara incandescente, entre otras cientos de cosas)

» ¿Nunca pensó en tirar la toalla después de tantos fracasos?”.

A lo que Edison respondió:

“¿Fracasos? No sé de qué hablas. En cada intento aprendí el motivo por el cual una bombilla no funciona”.

¿Crees que valió la espera la paciencia indiscutible de Edison?

Cómo es no juzgar en mindfulness

Cómo es no juzgar en mindfulness

Recordemos que practicar Mindfulness es la invitación a prestar atención de forma intencionada, al momento presente y no juzgar aquello que surge.

La mente clasifica, ordena, opina

  • Esta foto me gusta, esta no me gusta
  • Esta es una buena idea, esta otra es mala
  • Esta persona me gusta, esta otra no.

Nuestra mente tiende a clasificarlo todo y ello trae aparejado una reacción en cadena.

  • Si no me gusta, tiendo a rechazarlo
  • Lo que me gusta, me apego y quiero que continúe en mi vida
  • Aquello que me es neutro, tiendo a ignorarlo

No hay nada de malo en clasificar, nos ahorra energía y podemos estar más con lo que necesita ser atendido. No juzgar nada tiene que ver con el desarrollo del tan necesitado pensamiento crítico. De eso hablaremos en otra entrada.

El punto en cuestión radica cuando nos dejamos llevar por esta corriente incesante de juicios, basados en nuestras creencias y prejuicios.

Es importante recordar que, muchas veces, juzgamos en base a cómo nos sentimos en un momento determinado.

Si me siento confiada y feliz, muy probablemente, juzgaré todo lo que viva desde una perspectiva más positiva, mientras que en un día de bajón anímico mis juicios también serán más bajos o negativos.

A veces, incluso sobre el mismo hecho, persona o cuestión tenemos un juicio diferente según cómo nos sintamos. 

No juzgar al juzgador 

Es muy habitual que al practicar el sentir tu respiración, al poco tiempo te notes alejada y pensando en algo. Y puede que te digas: «esto no es para mi», «no soy lo suficientemente buena para esto», «esta práctica no me está ayudando».

Observa cómo estos son sólo juicios, opiniones que tiene tu mente.

Y recuerda que es bueno aplicar este principio al descubrir que tu mente está juzgando.

En resumen: no hace falta que te juzgues por descubrirte juzgando.

Estos son sólo alguno de los ejemplos más comunes de lo que ocurre en tu mente cuando el juicio tiene «pase libre».

Por qué es importante esta actitud

Al practicar no juzgar, podemos relacionarnos con la experiencia de forma directa. También nos da la tranquilidad de abrirnos a posibilidades que si ya vamos con un juicio previo, tal vez, no tendríamos.

¿Nunca te pasó de pensar que alguien no valía la pena y luego de conocerla más terminó siendo una persona valiosa en tu vida?

No juzgar te ayuda a cultivar una mente en calma

¿Te has dado cuenta cuánto pesan tus juicios y cuánto estrés te traen?

Un claro ejemplo es cuando estamos juzgando una situación desde el miedo y proyectamos una situación futura basándonos en ese juicio.

El resultado es sentirnos ansiosas, queremos que la situación pase pronto.

Te permite ver con más claridad

Los juicios que hacemos suelen ser como un velo que cubre todo lo que toca. Muy probablemente, no estemos en contacto con lo que realmente hay ya que nos dejamos llevar por esa apariencia a-priori.

Abrirte a experiencias más ricas

Cuántas veces te pasó de dejar de hacer algo porque creíste que no era para ti, que incluso podría ser negativo. Pasado el tiempo, al probarlo, notaste que sí era algo bueno y enriquecedor en tu vida

Ideas para practicar esta actitud

Hazte consciente de tus juicios y opiniones

Es decir, observa cuántas veces estás en actitud de rechazo, de apego o de neutralidad ante lo que sea que estés experimentando.

Cuando realizamos un práctica de meditación, la mente no tardará en enviarte mensajes tales como: «estoy incómoda», «me aburro», «oh que guay y bonito se siente estar aquí en silencio», «esta práctica parece no terminar nunca», «esto no es para mi», etc.

Lo importante es que puedas darte cuenta de este juzgar continuo de tu mente.

También es probable que puedas ver cómo nuestros juicios tienden a ser en términos de blanco y negro, es decir, sin términos medios.

¡Atención! Es probable que te juzgues por descubrirte juzgando… Esto es completamente innecesario, simplemente observa el descubrirte juzgando y regresa tu atención hacia donde te habías propuesto ponerla.

Practica la mente de principiante

Esta te ayudará a permitirte ver lo que surge en el momento presente sin el velo de los juicios.

Recuerda que se trata de verlo como si volvieras a ser pequeña, puedes dejar atrás tus expectativas y todo lo que ya «sabes» sobre ese algo que se pone delante de ti.