Cómo aprender a gestionar las emociones practicando Mindfulness

Cómo aprender a gestionar las emociones practicando Mindfulness

Aprender a gestionar las emociones parece algo muy complicado. Se puede llegar a pensar que la gestión de emociones no está al alcance de todo el mundo. Incluso, en ocasiones, se ve como una utopía. 

Sin embargo, con un poco de práctica diaria de Mindfulness puedes lograr gestionar las emociones para disfrutar de una vida más equilibrada.

Qué son las emociones

Solemos clasificar las emociones como buenas o malas. Pero todas ellas son necesarias para adaptarnos al mundo que nos rodea. 

Las emociones: alegría, miedo, ira, tristeza, sorpresa, etc., son reacciones fisiológicas ante un estímulo. 

Estas reacciones las produce nuestro cuerpo debido a los pensamientos que genera nuestra mente. Y estos pensamientos corresponden a las creencias y a la percepción que tenemos del mundo.

Las emociones nos sirven para comunicarnos y relacionarnos con lo que nos ocurre en el mundo exterior. 

Sentirse triste ante una pérdida es lo más esperable y, también, lo más sano.

Sentir miedo ante la amenaza de un tigre que vemos suelto cerca de nosotras, es lo sano porque ese miedo hace que nuestro organismo se prepare, o bien para enfrentarnos a él, o bien para salir corriendo. Aunque yo saldría corriendo, ¿y tú?

Todas las personas del planeta sentimos emociones. No importa si somos aborígenes y habitamos en la profunda Amazonas de Brasil o si vivimos en la Quinta Avenida de New York y somos multimillonarias, las emociones que podemos sentir en nuestro cuerpo son las mismas.

Por qué es tan importante aprender a gestionar las emociones

De pequeñas no hemos recibido una educación emocional. No nos enseñaron a gestionar las emociones y es algo que llevamos cargando en nuestra mochila desde entonces porque algunas de las emociones las tachamos de malas o negativas y no sabemos convivir con ellas.

Si queremos alcanzar un equilibrio emocional es muy importante que aprendamos a gestionar nuestras emociones para desarrollar nuestra inteligencia emocional.

Cuando aprendemos a gestionar las emociones nuestra mente está más tranquila y se mantiene en equilibrio. 

Conseguimos estar más concentradas por más tiempo y nos permite pensar con más claridad. Le prestamos más atención a nuestros pensamientos, sentimientos y emociones y vivimos más en el momento presente.

Cómo nos ayuda el Mindfulness a gestionar las emociones

Las emociones o los pensamientos tienden a secuestrarnos. Cuando no somos conscientes de lo que estamos sintiendo nos podemos perder en esa emoción, entonces hablamos de secuestro emocional.

Como resultado, esa emoción nos limita, no nos deja hacer otras cosas. Nos impide tomar otras opciones, elegir otros caminos. Incluso nos hace tomar decisiones precipitadas.

Cuando estamos sintiendo una emoción es conveniente parar para percibir qué nos está sucediendo. Si eso que estamos pensando o estamos sintiendo está sirviendo a una necesidad nuestra. 

Nos angustiamos cuando queremos que las cosas sean diferentes a como son. 

Además, lo que nos genera sufrimiento es desear no sentir lo que sentimos.

Cuando estamos tristes, pero no queremos estar tristes, ahí estamos sintiendo algo que no queremos sentir. Pero quizá estemos pasando por un momento donde la tristeza tenga sentido. 

Nos preguntaremos: ¿realmente me está siendo útil dejarme llevar por esta emoción, por este sentimiento?

Habrá ocasiones en las que nos sintamos muy felices, por ejemplo por haber conseguido un puesto de trabajo deseado o por asistir al casamiento de alguien muy querido y, de repente, nos sentimos invadidas por un pensamiento fatídico y nos dejamos llevar por ese pensamiento. 

Esto nos puede llevar a una emoción de rabia o angustia que nos secuestra y nos arrastra fuera del momento presente. Y esta emoción que estamos sintiendo no está correspondida con lo que estamos viviendo en el momento presente y tampoco con la necesidad que tenemos en ese momento. 

Ahí es cuando paramos, nos observamos, nos permitimos sentir, nos permitimos mirarnos sin juicio, con aceptación y compasión,  siendo conscientes de cómo nos tratamos sintiendo algo que no queremos sentir.

Para poder gestionar nuestras emociones es muy importante aprender a darnos cuenta de lo que estamos sintiendo en cada momento.

Para alcanzar un estado de calma, primero tenemos que aprender a percibir y relacionarnos con lo que nos está pasando. Esta es la primera etapa del Mindfulness. 

La práctica de Mindfulness nos prepara para sentir, para percibir lo que nos está sucediendo en el momento presente. Aprendemos a ser conscientes de lo que estamos sintiendo. Y no solo a nivel físico, sino también a nivel emocional. 

Gracias a la práctica sostenida de Mindfulness aprendemos a parar, a escucharnos, a percibirnos, a comprendernos y a tratarnos mejor. 

Te invito a realizar un ejercicio llamado STOP. Es una técnica de Mindfulness muy sencilla que te permitirá parar UN MINUTO y que te reportará beneficios en el momento. 

Beneficios de aprender a gestionar las emociones con Mindfulness

Gestionar las emociones con Mindfulness nos proporciona un estado de calma y serenidad que es beneficioso para nuestra salud, para nuestro cuerpo y nuestra mente.

Practicar Mindfulness a diario nos permite darnos cuenta del momento en el que una emoción muy intensa se apodera de nosotras. La práctica del Mindfulness nos hace ser conscientes de lo que nos está ocurriendo en el momento presente. 

Practicando Mindfulness conseguimos tener una capacidad de autoconciencia y percibimos lo que sentimos, ahí podemos darnos cuenta de esas emociones y regular. Es lo que en inteligencia emocional se llama regulación.

En este momento es donde entra la gestión emocional. El cómo nos relacionamos con lo que sentimos. 

Aprendemos a percibir lo que estamos sintiendo y, después, a reconocerlo. Y a partir de ahí establecemos una nueva forma de relacionarnos con lo que sentimos, es la autorregulación.


Con la práctica del Mindfulness aprendemos también a aceptar, a no juzgar, a ser compasivas y comprender aquello que estamos sintiendo. 

Si quieres conocer cómo el Mindfulness puede mejorar tu bienestar apúntate a los talleres gratuitos que ofreceré durante el mes de noviembre, 2021. Date de alta para recibir las distintas fechas y hora, y el enlace a Zoom.

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Nota importante: Este artículo no pretende sustituir el consejo psicológico/médico sino explicar cómo trabajamos con las emociones desde la óptica del Mindfulness.

¿Cómo dejar de tener estrés? Los beneficios del Mindfulness

¿Cómo dejar de tener estrés? Los beneficios del Mindfulness

 

¿Te encantaría conocer el secreto para dejar de tener estrés? Pero ¿es esto posible?

Circulan artículos por Internet diciendo cosas como: “Trucos para combatir el estrés” o “Formas originales de eliminar el estrés”.

Deseamos dejar de tener estrés y soñamos con vivir una vida plena, tranquila y feliz. Sin agobios, sin días nublados, sin tensión en el cuerpo, sin dolores de cabeza.

Pero ¿dejar de tener estrés es algo tan sencillo como nos cuentan? ¿Realmente se puede dejar de tener estrés de un día para otro?

Qué nos causa estrés

Podemos sentir estrés en diferentes escenarios o acontecimientos. Por ejemplo, por el nacimiento de un hijo, por una mudanza o por llegar tarde al trabajo debido al tráfico concentrado en hora punta.

También podemos sentir un estrés más intenso como puede ser al enterarnos de la muerte de un ser querido o vivir una ruptura de pareja.

El primero se trata de un estrés puntual. Se siente estrés en ese momento concreto, pero, después, todo vuelve a la normalidad. 

El problema es cuando tenemos un estrés continuado en el tiempo.

Qué tipos de estrés existen

Vivimos con estrés, entre otras cosas, porque no sabemos gestionar los pensamientos negativos que aparecen en nuestra mente debido a diversos motivos: el dinero que no alcanza, el político de turno que no me gusta, el vecino que escucha la música cuando yo quiero dormir, mi marido que no encuentra trabajo…

Cuando estamos en el lalala mental, cuando nuestra mente está en modo automático y hablando sin parar, no estamos en el momento presente y, desde ahí, es imposible gestionar todo el estrés que nos producen esos pensamientos.

Ahí estamos en el imaginario, en cosas que nuestra mente nos dice (y que la mayoría de las veces no son verdad).

Esto nos va generando problemas de salud (problemas digestivos, dolores de cabeza, insomnio, tensión en el cuerpo, taquicardias, problemas cardiovasculares, etc.)

Y, a la larga, nos puede provocar: un ataque al corazón, depresión, ictus, cáncer,… Y hasta nos puede llevar a la muerte. 

Por eso es importante ser conscientes cuando estamos llevando un estrés sostenido durante mucho tiempo. 

Tipos de estrés

Destacan dos tipos de estrés

  • Estrés agudo
  • Estrés crónico

Estrés agudo:

Es el que vivimos en determinadas situaciones cotidianas, el cual suele desaparecer de forma rápida y nos produce mucha adrenalina en el cuerpo. 

Por ejemplo, una persona que tiene que exponer un trabajo que le hace mucha ilusión presentar.

Estrés crónico:

Se trata de un estrés continuado en el tiempo.
Por ejemplo, la insatisfacción que le puede provocar a una persona permanecer en un trabajo que no le satisface o vivir en una relación de pareja que es insostenible.

Es un estrés que se va acumulando con el tiempo y la persona que lo vive no encuentra vía de escape. (O no la busca).

Este es el tipo de estrés más peligroso que existe. 

Muchas personas viven con este tipo de estrés y piensan que vivir así, con esa tensión en su cuerpo y en su mente, es algo normal. Se han acostumbrado a vivir en un estado de alerta constante pero no son conscientes de ello.

Qué puedo hacer para dejar de tener estrés

El estrés no desaparece por arte de magia de un día para otro por hacer un curso de meditación de un fin de semana o por irnos a vivir al Tíbet.

Por mucho que deseemos que desaparezca de nuestras vidas, el estrés es una reacción natural de nuestro cuerpo y, además, es necesario para sobrevivir. Por eso, el primer escalón para reducir el estrés es aceptar que el estrés siempre va a formar parte de nuestras vidas y vamos a tener que convivir con él.

La clave está en: aprender a relacionarnos con el estrés y aprender a reconocer las señales que nos da nuestro organismo (cuerpo, mente, emociones).

El Mindfulness es una técnica muy antigua que nos ayuda a relacionarnos y a convivir con el estrés para conseguir el bienestar físico y mental que deseamos.

Cómo puede el Mindfulness ayudarnos a reducir el estrés

Cuando sucede algo fuera, como es la pérdida de un ser querido o el nacimiento de un hijo, nuestra mente se llena de pensamientos. Esos pensamientos originan emociones, y esas emociones generan, o bien satisfacción, felicidad, etc. O bien nos pueden producir malestar, irritabilidad, tensión corporal, dolores de cabeza, de cuello, etc.

Con la práctica diaria de Mindfulness podemos darnos cuenta de hacia dónde nos quiere llevar nuestra mente y cómo podemos, desde ese lugar de consciencia, parar. 

El Mindfulness nos ayuda a ser conscientes de hacia dónde nos quieren llevar nuestros pensamientos. 

De esta manera, SÍ podemos parar. 

Parar para escuchar nuestro cuerpo para entender los mensajes que nos está transmitiendo.

Parar para sentir. 

Parar para volver al momento presente. 

Es como el ratoncito que consigue salir de la ruedita. 

Practicando Mindfulness a diario aprendemos a ser más conscientes de esos pensamientos.

A través del Mindfulness, de la conciencia corporal, de la consciencia de lo que pensamos y de la consciencia de lo que sentimos, podemos establecer nuevas relaciones (positivas) con el estrés.

Por ejemplo, la muerte de una persona querida es un punto de estrés muy alto y el Mindfulness puede ayudar a esa persona a darse espacio, a sentir la pena, a llorarla y a buscar la forma de sobrellevar mejor el duelo.

Hay siempre (y siempre habrá) situaciones que nos generan estrés. 

Pero con la práctica del Mindfulness podemos gestionar estas situaciones.

El Mindfulness nos ayuda a sentir y vivir el momento presente, y nos permite estar en contacto con lo que nos está sucediendo en el AHORA. 

Si quieres conocer cómo el Mindfulness te ayuda a reducir el estrés crónico apúntate a los talleres gratuitos que ofreceré durante el mes de noviembre 2021.

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Nota importante: Este artículo no pretende sustituir el consejo psicológico/médico sino explicar cómo trabajamos con el estrés y la ansiedad desde la óptica del Mindfulness.

El poder de la gratitud, un camino hacia la felicidad

El poder de la gratitud, un camino hacia la felicidad

Qué es la gratitud

La gratitud es reconocer todo lo positivo que se nos presenta y que no hemos buscado ni pedido de forma activa.

Es aprender a apreciar lo que damos por seguro. En general, solemos dar por seguro la mayoría de las cosas en nuestra vida. Y estos tiempos de pandemia, nos han vuelto a poner en la realidad de que nada es seguro. Ni aquello que así crees.

La gratitud es lo más cercano a la felicidad. Cuando nos sentimos agradecidos o realizamos un acto consciente de agradecimiento, nuestro cuerpo se calma y podemos conseguir sentirnos en paz.

No hay forma de sentir agradecimiento y a la vez estrés o angustia. Te puede pasar que al sentirte angustiado, decidas hacer un práctica de agradecimiento y al rato podrás notar los cambios que eso ha producido en ti, para bien.

Puede que la fuente de tu angustia aún esté allí pero, seguramente, al reconocer otras fuente de agradecimiento, tu sensación cambie.

Cuando somos agradecidos -y practicamos activa y conscientemente la gratitud- podemos hacernos conscientes de todo lo que nos trae el momento presente: estoy aquí, respiro por mis propios medios, mi cuerpo funciona, la vida está en mi… Puede que la vida no sea perfecta pero está aquí.

La gratitud no sólo cambia tu vida, sino que también se extiende más allá de tu esfera íntima. Da lugar a la compasión, la bondad, el perdón y la empatía y, por lo tanto, informa cómo tratamos a los demás y cómo actuamos en el mundo en general.

Kristi Nelson

Condiciones de la gratitud

Reconocimiento de lo bueno de la vida.

De acuerdo al Dr. Emmons, la gratitud es reconocimiento. Te puedes sentir agradecido si primero reconoces un beneficio que te ha sido dado o que tú mismo has obtenido.

Emmons también indica que hay 3 condiciones que se han de dar para que surja la gratitud:

  1. Percibir aquello con lo que has sido beneficiado como un valor
  2. Que la persona pueda reconocer al agente que lo ha beneficiado (Tú mismo, algún pariente, tu vecina, Dios, Diosa, los Santos, El poder universal, las fuerzas vitales, la energía cósmica, la vida, etc. )
  3. Percibir el beneficio como un regalo para nosotros. Lo podrías haber recibido o no, pero sí lo has recibido.

La vida puede que no sea ideal pero, muy probablemente, tendremos cientos o miles de cosas buenas por las cuales sentir agradecimiento.

¿Cómo nos beneficia esta práctica?

Los psicólogos Dr. Robert Emmons, Universidad d California, EE.UU., y el Dr. Martin E. Seligman, de la Universidad de Penssylvania son algunos de lo profesionales que está estudiando la gratitud y su beneficioso impacto sobre la salud física y emocional.

  • Mejora la salud mental y física:
  • Ayuda a las personas que atraviesan momentos de ansiedad o depresión, Reduce la tensión arterial y mejora el sistema inmune
  • Nos ayuda a aceptar los cambios
  • Nos volvemos más optimistas
  • Mejoramos nuestras relaciones con otros
  • Y si esto no fuera suficiente para ti, la gratitud nos hace más felices.

Formas de practicar la gratitud

  • Con meditación: es un tipo de meditación orientada a agradecer algo, que te fue dado o que conseguiste por lo que te sientas agradecido. Puede ser desde algo que das por seguro, como una ducha matinal tibia como algo más complejo como puede ser, la relación de pareja que tienes actualmente.
  • Escribe un diario de gratitud: esta práctica le es muy útil a millones de personas. Al cabo del día o al comienzan dedican un momento a agradecer algo de sus días.
  • Agradecer mentalmente a alguien que ha hecho o hace algo por ti.
  • Escribir una carta de agradecimiento a una persona específica. También puedes escribirte una a ti mismo.

Otras actitudes que acompañan la gratitud

No juicio, compasión y aceptación

Practica conmigo

Video grabado en directo en Youtube

Soltar para estar en paz contigo

Soltar para estar en paz contigo

En resumen: Soltar, dejar ir, desapegarse es permitir que tu mente suelte la idea que tiene sobre algo o alguien. 

¿Quieres hacer la práctica de soltar? Pincha aquí

Apegarse es aferrarse a algo ya sea una persona, cosa, situaciones, pensamientos, estados de ánimo, recuerdos y un sinfín de cosas más para encontrar la felicidad.

Sentir apego a algo no es per se negativo, el punto viene cuando nos apegamos de tal modo que creamos una necesidad y dependencia de eso, a lo que nos hemos apegado, de modo que no podemos sentirnos en plenitud ni disfrutar de lo que tenemos. 

Veremos el desapego y apego desde el punto de vista de la práctica. 

No hablaremos del apego necesario que cumple funciones biológicas o psicológicas, como es el apego en la crianza. 

¿Qué nos sucede cuando no podemos soltar?

*Te lo contaré con una triste historia sobre cómo atrapan monos, en algún lugar de la India.

Soltar para liberarte

Toman un coco de buen tamaño, le hacen un agujero grande y dos pequeños por donde pasarán un alambre o cable para atarlo a un árbol. Dentro colocan una banana.

Cuando el mono se acerca, al ver la banana, mete la mano y coge la banana (te invito a hacer el gesto con tu mano). El agujero por donde ha metido la mano no es lo suficientemente grande para pasar un puño que contenga una banana.

Lo que el mono no sabe, es que si suelta la banana, podrá sacar la mano. (Vuelve a hacer el gesto, ahora soltando tu mano, extendiendo tus dedos)

Pero el mono no quiere soltar la banana por lo que es atrapado… 

Cuando soltamos nos liberamos. 

¿Te resuena esta historia?

¿Te has encontrado en situaciones en que soltando, te has liberado?

Para soltar o desapegarme, ¿he de renunciar a todo?

Pareciera que cuando hablamos de desapego, el común de la gente piensa que nos iremos a una montaña a vivir a una cueva. 

Puede que desee hacerlo pero si en la cueva estoy deseando tener el confort de mi casa, la conexión de internet o maldiciendo la lluvia al caer, entonces, no habré entendido nada de desapego y de soltar. 

No se trata sólo de cosas materiales o relaciones, sino las ideas que tenemos en nuestra mente sobre estas cuestiones. 

El verdadero desapego está allí, en tu mente. Es acerca de lo que crees de ti mismo y del mundo que te rodea. 

A pesar de lo muy inteligentes que podamos ser, nuestra mente tiende apegarse y rechazar. Desapegarnos no significa que no desearás nada, que no harás proyectos o construirás relaciones con otras personas. 

Más bien significa que podrás hacer y tener lo que sea que te plantees sin la necesidad de conseguirlas para ser feliz y estar en paz contigo.

Entrenar el desapego durante la práctica 

Cuando practicamos mindfulness, en silencio y en quietud (o movimiento) podemos ser observadores de los pensamientos, emociones y sensaciones físicas que surgen y cómo nos relacionamos con eso que nos ocurre. 

La tendencia general es que si son agradables, nos queremos quedar enganchados a la sensación que nos produce, nos apegamos. 

Mientras que si son dolorosas, desagradables, nos provocan miedo queremos deshacernos de ellas pero no desde un lugar de soltar, de dejar ir, sino desde un lugar de rechazo, de resistencia, de querer conseguir otro resultado. (Un comportamiento por demás normal)

Practicar el desapego o soltar es permitir que tu experiencia sea como es y permitirte observarla momento a momento. 

Cuando te descubras con pensamientos que juzguen lo que estás experimentando, primero no te aferres a lo que te cuentan esas ideas, ni quieras rechazarlos, déjalos ser.  Y en ese dejarlos ser, te permitirás soltarlos.

Sé que suena más complejo de lo que en realidad es. Sin lugar a dudas, que soltar es algo que se entrena, estamos demasiado habituados a aferrarnos por lo que es un aprendizaje.

Un ejemplo práctico: “Voy a meditar para relajarme”

Te planteas relajarte como objetivo. Al rato de estar meditando, te das cuenta de que tu cabeza no para, tienes algo que resolver y ese problema no para de venir a tu mente. Pero tú quieres relajarte, ese es tu objetivo. 

Lo primero: Suelta el objetivo que te has planteado, olvídalo. Y vuelve a comenzar tu práctica.  Cuando venga ese problema a resolver, date cuenta que estás pensando en eso, dale la bienvenida a tu pensamiento, no luches para que se vaya y vuelve a llevar tu atención a tu objeto de práctica (este puede ser tu respiración, tu cuerpo, etc.)

Cómo llevar el desapego al resto del día y tu vida

Aunque sin saberlo ya lo estés haciendo

En realidad y sin saberlo, ya estás practicando soltar cuando te vas a dormir. Este es un típico ejemplo de soltar, dejar ir.

Soltamos el control del cuerpo, la mente, las circunstancias y confiamos. Y caemos dormidas.

Cuando no puedes soltar, no puedes dormir. Estás demasiado apegado a pensamientos o emociones que no te permiten relajar el control.

Tu respiración es otro ejemplo de soltar, de dejar ir.

Cada vez que sueltas el aire, dejas espacio para que puedas inspirar nuevamente. Si retienes el aire, porque es alimento, porque se ha entibiado en tu interior y te produce una dulce sensación, ya no tendrás sitio para la próxima inspiración.

Cuando sueltas, liberas y haces espacio para lo nuevo.


La práctica comienza en el minuto 4, son 15 minutos de práctica.

Si te interesa, puedes leer un estudio sobre el desapego y su implicancia en el desarrollo de la sabiduría, la autorrealización y la autotrascendencia y su impacto positivo. Estudio que fuera realizado en la Facultad de Psicología, Universidad de Melbourne, Australia. Es un estudio que los autores decidieron compartirlo de forma gratuita, accede aquí


*Cuento tomado del libro de Jon Kabat-Zinn, Vivir con plenitud las crisis. Ed.Kairos

Cómo aceptar lo que no te gusta

Cómo aceptar lo que no te gusta

Aceptar es experimentar tu momento presente tal y como se despliega. Sin auto-engaños, sin la cháchara interna que tiende a confundirnos y a dirigir nuestra mente a donde le es más cómodo y conocido.

Aceptar es otra de las actitudes básicas para la práctica del mindfulness.

La mente clasifica: bueno, malo, indiferente

No es noticia que todos y cada uno vivimos en un continua categorización de nuestras experiencias. Es un hábito de nuestra actividad racional que tiende a ordenar.

Todo lo clasificamos dentro de los parámetros de bueno, malo o indiferente.

Aprender a ver esas etiquetas con las que clasificamos nuestra experiencia y tratar de no querer cambiar lo que nos está sucediendo es aceptación.

Para ello, primero tienes que poder entender cómo funciona tu mente, cómo categoriza, cómo emite juicios (y tú te los crees) y cómo ordena según ciertos criterios. La práctica de mindfulness te ayuda con esto.

Desaprender a no aceptar

Al profundizar en tu práctica, comienzas a darte cuenta cuán fuerte es la tendencia -que todos tenemos- de rechazar y querer eliminar lo que no nos gusta y quedarnos aferrados a lo que es bueno y agradable para nosotros.

Es natural e incluso podrías replicar que esto es normal, que cómo se me ocurre que voy aceptar lo que no me gusta, duele o lastima. Y es que aceptar lo que nos gusta es fácil…

Lo primero que tenemos que hacer es percibir, darnos cuenta que hacemos esta clasificación en el momento que la hacemos.

A continuación reconoce tu momento y todo lo que trae consigo e invítate a percibir lo que ocurre con un corazón abierto, amoroso y sin ánimo de cambiarlo.

Un ejemplo esclarecedor

  • Al notar que sientes enfado por algo, comienza por reconocer esa sensación.
  • Percibe qué sensaciones físicas acompañan esa emoción. Puede que tensión, dolor de estómago, rubor, puños apretados…
  • Reconoce si te estás imponiendo la idea de que no deberías sentirte así, que podrías o deberías sentir otra cosa.
  • Recuérdate estar receptiva y abierta a tu experiencia, puedes probar de decirte: «Esto ya está aquí, lo que sea que es, me permito sentirlo».

Invertimos grandes cantidades de tiempo y energía no aceptando, negando y resistiendo lo que, muchas veces, es un hecho. Sin darnos cuenta de este mecanismo, lo que conseguimos es crear mayor tensión, rabia, frustración y otra serie de emociones difíciles.

Cuando te familiarizas con este mecanismo y consigues practicar mindfulness con tus pensamientos y emociones, puedes «ver» con más claridad el momento presente y tu vocecita interna indicándote si te apegas o rechazas lo que te está sucediendo.

Cuando practicamos la aceptación, elegimos de manera consciente vivenciar todas las experiencias que surjan y darles la bienvenida, especialmente a aquellas emociones difíciles, sensaciones físicas desagradables pensamientos poco colaborativos.

«El primer paso… es aceptarlo absolutamente todo de nosotros mismos y de nuestras vidas, a base de abrazar con desvelo y con solicitud nuestras vivencias de cada momento.»

Tara Brach, Aceptación Radical

¿Qué No es Aceptar?

Muchas veces se confunde aceptación con resignación, con tolerar situaciones dañinas o difíciles, con tener una actitud pasiva o que algo te tiene que gustar o satisfacer.

Cuando aceptas, no significa que lo que estás sintiendo o viviendo te guste o satisfaga. La aceptación es casi como el acto de perdonar. No perdonas la ofensa en sí, no la olvidas pero haces las paces contigo para poder continuar adelante. Quien más se beneficia del perdón es quien perdona.

Diferenciemos Aceptación de Resignación

Resignarse es cuando te sientes derrotado, cuando te das por vencido y sin capacidad de generar un cambio.

Al resignarnos, renunciamos a nuestro derecho a sentir. Es un estado pasivo y desconectado del centro emocional.

Aceptar es una actitud activa donde, si bien nos damos cuenta de la falta de poder que tenemos sobre ciertos temas, nos abrimos a la posibilidad de reconocer la situación tal cual es, validando así nuestras emociones y buscando posibles acciones.

La aceptación, tal como la estamos mirando, simplemente significa que, tarde o temprano, llegarás a estar dispuesto a ver las cosas como son.

Aceptación y compasión van de la mano

Cuando has conseguido «ver tus pensamientos y etiquetas», sentir el dolor, escuchar lo que te dices, sentir la rabia que te sube desde las tripas, aquí entra en juego la compasión.

La compasión nos ayuda a no multiplicar nuestro sufrimiento por descubrirnos pensando tal o cual cosa, por auto-engañarnos, por hacernos daño.

Nos permite mirarnos con suavidad, con bondad, como miramos a quienes amamos.

Es una actitud que en lo narrativo se queda corta, que se aprende con la práctica y se profundiza en ella. En muchos casos, por cuestiones culturales y/o familiares la compasión está vista como una debilidad.

¿Crees que por quererte, amarte, comprenderte, darte apoyo a ti mismo cuando te sientes frustrado o cuando te has equivocado, eres débil?

Aceptar, una habilidad que nos ayuda a reducir el estrés

En un reciente estudio realizado en la Universidad de Pittsburgh, Estados Unidos, se puso de manifiesto cómo la aceptación -como práctica acompañada de mindfulness- reduce significativamente el estrés y es un mecanismo crítico para la regulación de las emociones.

Te dejo una preciosa práctica breve para que puedas experimentar, ahora mismo, la posibilidad de aceptar lo que está presente para ti.

Busca un sitio donde tomar asiento o tumbarte, ponte los auriculares y bienvenid@ a la práctica. Serán 8 minutos y medio.

ESCUCHA EL AUDIO

Practica con un video

https://youtu.be/UK1YGhWJSLk